miércoles, 19 de marzo

FELICIDADES, HIJAS

Hoy, contra todo pronóstico, quiero felicitar a mis hijas.

Algunas os preguntaréis cómo, siendo la festividad de San José, mi enhorabuena va para ellas. ¡Pero es que no podéis llegaros a imaginar el padre que tienen!

Y es que mi marido, mi amigo y, como bien dice mi queridísima amiga Toni, el testigo de mi existencia, es un padre excepcional que ama a sus hijas por encima de todas las cosas.

El padre de mis hijas ha velado sus sueños, ha pasado innumerables noches de vigilia cuando eran pequeñitas y estaban enfermas, ha celebrado y custodiado todos y cada uno de los díentes que, misteriosamente, el ratoncito Pérez se llevaba de sus almohadas y él guarda celosamente en una bolsita, las ha enseñado a montar en bicicleta, a nadar, a caerse, a levantarse, a respetarse y a respetar.

El padre de mis hijas, cada día, durante todos estos años, se ha marchado a trabajar regalando los primeros besos de la mañana a sus princesas, calladito, en silencio, para no interrumpir su sueño.

El padre de mis hijas las ha enseñado a volar y, llegado el momento, las ha animado a emprender el vuelo. Esto (todos los que sois padres lo entenderéis) es un acto de enorme generosidad. Y duele. Pero él, NUNCA, NUNCA, se ha quejado.

El padre de mis hijas es tan extremadamente generoso que, generalmente, suele quedarse en un segundo plano dejándome a mí los pequeños triunfos de cada día. Sin embargo, ellas saben que es el pilar de todas nosotras.

Lo dicho, hijas, muchas felicidades.



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